El pasado 8 de junio de 2014, tras el éxito cosechado por la enriquecedora respuesta ciudadana a la cadena humana que unió Iruñea y Durango, convocada por la iniciativa popular Gure Esku Dago, quienes están contra el derecho a decidir de Euskal Herria o Catalunya, una vez más, han puesto sobre la mesa numerosos discursos tramposos, con el objetivo de distorsionar el debate e imposibilitarlo. Estos son algunos de ellos.
En primer lugar, dicen que hay que dar todos los pasos dentro de la ley, es decir, en el ámbito de la Constitución Española; y dicen que para poder ejercer el derecho a decidir, habría que hacer una reforma de la Constitución. El procedimiento de reforma, necesita contar obligatoriamente con una amplia mayoría en el Congreso de los Diputados, por esa vía, llevar el derecho a decidir a la práctica o no hacerlo no lo decidimos las ciudadanas y ciudadanos de Euskal Herria, lo deciden los ciudadanos y ciudadanas de España.
Otras y otros, dicen directamente, que deben de decidir todos y todas las españolas, incluyéndonos a nosotras y nosotros ciudadanos de Euskal Herria. Lo dicen directamente, sí, pero los dos únicos caminos que nos ofrecen, son caminos que no llevan a ningún lugar, porque la decisión sobre nuestro derecho a decidir, la deciden quienes niegan nuestra existencia, no nosotros ni nosotras. Es más, son vías basadas en la fuerza, no en la fuerza militar, no me lo parece, pero sí en la fuerza demográfica. Aproximadamente, en Euskal Herria Sur, somos el 5,8% de la población del estado español, a su lado nuestro pueblo es muy pequeño, que decir de Euskal herria Norte con respecto a Francia. En mi humilde opinión, utilizar la superioridad demográfica para negar e impedir realizar su propio camino a otro pueblo más pequeño, es violencia. ¿Qué les parecería si en un hipotético referéndum de reforma de la Constitución Española, o en cualquier otra decisión, les dijesen que la decisión la tiene que tomar la Unión Europea en su totalidad? Y eso que España está en la Unión Europea por voluntad y decisión propias, no como nosotros y nosotras en España, que nos metieron, contra nuestra voluntad, sin opción a decidir y por la fuerza. Si España, o cualquier otro estado, por ejemplo El Reino Unido, quieren abandonar la Unión Europea por voluntad propia, ¿quién toma la decisión, toda la población de la UE? Trampa!
Otro discurso tramposo, lo difundió la Sra. Mendia, representante de quienes en la década de los 70 reivindicaban el derecho de autodeterminación. "…¿Decidir qué? No se puede plantear el derecho a decidir en abstracto…". Y en la Constitución que tanto sacralizan, ¿cómo se plantean el derecho al trabajo, el derecho a la vivienda, y otros tantos derechos, en concreto o en abstracto?
Otras y otros, dicen que el derecho a decidir no consta en ninguna legislación, y como loros, repiten que no existe; como si que exista o no exista un derecho humano dependiese de su decisión, como si pudieran imponernos la realidad. Siendo la decisión, la base y la herramienta más importante de la vida, ¿cómo puede negársele a un pueblo, a un pueblo al que se le ha arrebatado la soberanía, tomar la decisión de recuperarla?
También dicen que el derecho a decidir divide a la sociedad. Escuchando esto, ¿hemos de entender que la actual imposición, siendo esta la fuente principal del conflicto, no divide la sociedad? ¿Que hoy día no hay división en nuestra sociedad? ¿Que vivimos en armonía? ¿Y el conflicto que padecemos que es, una invención?
Finalmente, agitan el mayor demonio, al decir que detrás del derecho a decidir está la independencia. Yo, estando a favor de la independencia, reivindico el derecho a decidir, pero, algunos y algunas que no son favorables a la violencia, también, reivindican el derecho a decidir. Yo, estando a favor de la independencia, no deseo imponer la independencia a quien se opone a ella. Porque no queremos imponer, queremos decidir entre todas y todos los ciudadanos vascos. por contra, quienes se oponen a la independencia, nos niegan el derecho a decidir, pues esa decisión la tomaron ellos y ellas, y las ciudadanas y ciudadanos españoles que tienen su mismo pensamiento y nacionalidad, del mismo modo que son ellos quienes quieren decidir en el futuro cambiar y decidir esta decisión. Como hemos padecido y padecemos la imposición, no queremos ofrecer a nadie esta situación que ha sido y es tan perjudicial para nuestro pueblo, por eso, queremos decidir entre todos los ciudadanos y ciudadanas de Euskal Herria, no queremos imponer nada.
El ingrediente principal de estos discursos tramposos es un infantilismo estúpido, un infantilismo permanente que se desenvuelve cómodo en la superficialidad y que se niega a profundizar. Estos discursos tramposos, la necesidad de utilizarlos, refleja la debilidad de su postura y que tanto la realidad como los fundamentos de la imposición actual, son mentiras y trampas, y esto pone en evidencia su falta de legitimidad. Que un pueblo decida su futuro, además de ser un derecho, no es problema nunca ni en ninguna parte. Cuando un pueblo toma las decisiones de otro, o que un pueblo imponga sus decisiones a otro, eso sí es un problema, y es fuente de más problemas.
Fuimos un pueblo, somos un pueblo, y porque queremos seguir siendo pueblo, en el futuro también seremos pueblo. El pueblo que desconoce su historia, es como el individuo que padece amnesia, está totalmente perdido y es totalmente manipulable. Puesto que nuestra decisión, nuestro futuro, nuestra esperanza está en nuestras manos, gure esku dago, en el futuro, nadie podrá decir jamás, gure esku egon zen, es decir, que estuvo en nuestras manos.
Argazkia: Sofia Aristegi
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